19 julio 2007

Al mejor del mundo : Feliz cumple

-Cuando andás todos los días por Excursionistas, ¿ninguno te reprocha tu paso por Defensores de Belgrano? ¿Qué me van a decir? Si cuando era pibe me fui a probar a Excursio y me rajaron porque decían que era muy villero. Todo bien, Excursio es mi casa, pero nadie me puede decir nada.

–¿Y cómo te tratan en Defe? No, ahí fui declarado persona no grata, igual que Saviola y Copani. No sabés el problema que me hago, ufff... no duermo.

–¿Cómo era la vida en la villa del Bajo Belgrano? Vivir ahí fue lo mejor que me pasó. En ningún lado estaba tan tranquilo como en la villa. Yo era un pibe feliz al que no le faltaba nada. Me pasaba el día entero pateando contra el paredón.

–¿Qué significa para vos ser villero? Muchas personas critican a la gente de la villa; para mí, es un orgullo. Siempre voy a ser villero. Y lo digo sin drama: soy villero a muerte.

–¿Es verdad que en la villa te decían “cerdo” porque te gustaba jugar en el barro? Sí, me decían cerdo, pero no por el barro sino porque era un sucio... No me bañaba nunca, sólo cuando llovía. Si había jabón, mejor; si no, como venía.

-Por qué cuando se grababa en Excursionistas la serie RR. DT., con Carlos Calvo, te ofrecieron ser actor y no agarraste? Iba a actuar haciendo el papel del dueño del buffet, pero llegué tarde, como siempre, y ya habían conseguido un reemplazante. Lástima, algunas monedas hubieran entrado

–¿Por qué tu hijo Diego no siguió tus pasos como futbolista? Pienso que le pesó el apellido y largó. Es un jugadorazo, zurdo. Siempre hablábamos de la posibilidad de que fuera futbolista. Yo le decía que le metiera para adelante, pero la decisión fue suya.

–¿Es cierto que en Huracán te hacías el lesionado para poder dormir una siesta y dejarle el lugar a los suplentes? Para dormir, no. Lo hacía para que los otros muchachos jugaran y cobraran el premio. Yo con los pibes era bueno, así podían juntar unos pesos. Pero, ojo, nadie lo sabía. Era algo mío

–¿Cómo es hoy un día en la vida de René Houseman? Me levanto tarde, al mediodía. Me quedo por el barrio y los sábados voy a ver a Excursionistas. Pero generalmente me quedo en casa todo el día mirando televisión. No hago nada.

–¿Alguna vez te recomendaron ir al psicólogo? Sí, un dirigente de Huracán. Fui, pero no me gustó. Ahora está internado el pobre psicólogo.

–¿Ya no existe el amor a la camiseta? No, ahora existen el amor al bolsillo y a los billetes.

–¿Alguna vez te hartaste del fútbol? Nunca. Fue lo más lindo que me pasó en la vida. Jamás lo tomé como un trabajo, para mí fue siempre una diversión.

–¿Te arrepentís de algo en tu vida? De nada. Yo tengo un dicho que mantengo en cualquier circunstancia: “El que se arrepiente en la vida, pierde”. Lo hecho, hecho está. Y más a los 48 años que tengo hoy.

–Cuando llegues al cielo y te encuentres con el Barbudo, ¿qué te va a decir? Nooo, olvidate. Me saca a patadas en el culo. ¿Qué querés? Con las cosas que hice en la tierra...

–¿Te queda alguna cuenta pendiente? Sí, ésta. Paguen el sánguche y los cafés que no tengo un mango.


Sobre su partido homenaje en huracán:


A los cinco minutos del segundo tiempo, pasó algo que estaba fuera de los planes de cualquiera. René había salido segundos antes de terminar el primer tiempo y luego volvió a ingresar para saludar a la gente que no paraba de elogiarlo. Ahí nomás, una de las puertas de la platea del lado sur, se abrió y todo el mundo invadió la cancha para abrazarlo, tenerlo cerca y subirlo en andas, como a un verdadero campeón. El partido quedó interrumpido. Pero a René no le molestó.
" Estaba todo preparado para que vinieran a saludarme, justificó. Lo que más recuerdan de ese partido no son las dos habilitaciones que le puso al Turco García para que definiera sólo frente al arco, sino el reconocimiento de la gente, que no se olvidan lo que fue uno en el fútbol".

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